26.3.10

El desembarco digital

El Gobierno tiene previsto construir 45 plantas transmisoras este año y comprar un millón de conversores, diseñados y armados en el país, para repartir entre familias de bajos recursos
La elección de la norma japonesa de Televisión Digital Terrestre (TDT) fue sólo el comienzo. El Gobierno está avanzando ahora con la implementación de este nuevo sistema que permitirá multiplicar la oferta de canales de aire e incluso poder verlos en celulares y computadoras. Canal 7 comenzará a transmitir el mes que viene en Capital Federal y parte del conurbano y luego está previsto construir otras 45 plantas para extender la zona de cobertura.


Para captar la señal en los televisores hogareños será necesario comprar un conversor que actualmente se consigue por 800 pesos, aunque la expectativa es que los precios bajen a medida que el sistema se popularice. Además, el Gobierno tiene previsto distribuir gratis un millón de estos aparatos entre familias de bajos recursos. Para los abonados al cable y al satélite nada cambiara, porque la conversión la realizará su prestador, aunque si la oferta digital es amplia podrían verse tentados a abandonar la televisión paga.


La planta transmisora de Canal 7 fue donada por el gobierno de Japón y ya está instalada en el edificio donde funcionan los ministerios de Desarrollo Social y de Salud. Desde allí se emitirán las primeras señales digitales del país, abarcando un radio aproximado de 60 kilómetros. Por su parte, ArSat, la empresa estatal encargada de desarrollar e implementar la Plataforma Nacional de TDT, terminó de realizar las evaluaciones de las ofertas recibidas para la construcción de otras 25 plantas de transmisión y en los próximos días se adjudicarán las obras. Luego se realizará un concurso de compra por otras 20, pues la intención oficial es tener 45 en funcionamiento para fin de año.


No es un proceso sencillo, porque se requiere instalar torres de hasta 150 metros en las principales ciudades del país. Por lo tanto, mientras se avanza con esa tarea, la TDT se complementará con la Televisión Satelital Directa al Hogar (TDH), una alternativa para llegar a los hogares más alejados. Ambos sistemas están bajo el paraguas de lo que se bautizó TDA (Televisión Digital Abierta).


En lo que respecta a los conversores que va a comprar el Estado, ya hubo un pedido de ofertas y se presentaron varios proyectos que se están evaluando. La intención oficial es que sea un aparato de alta gama, que incluya un canal de retorno para poder ofrecer interactividad, y que sirva a su vez para incentivar la industria electrónica local. Si bien el procesador y otros insumos clave son importados, el diseño de la placa es nacional y su armado se realizará en el país. “Un settop box lleva entre 400 y 600 componentes. El Estado está abriendo un mercado que no existía y probablemente en el mediano plazo haya una producción nacional de componentes muy importante”, señaló a Página/12 Osvaldo Nemirovsci, coordinador del Sistema Argentino de Televisión Digital (SATV).


De hecho, desde el inicio del proceso se convocó a los proveedores locales para ver qué podían aportar. El Gobierno quiere que los primeros conversores que va a financiar estén listos para el Mundial de Fútbol, aunque sólo va a abastecer a los sectores más humildes. El resto de los interesados podrán comprarlos en el mercado, en la medida en que los aparatos vayan siendo homologados por el Estado. También estará la opción de ver la TDT en los celulares. Personal y Movistar confirmaron ayer a este diario que ya trabajan en el diseño de aparatos que puedan capar la señal digital.


La expansión de la TDT dependerá fundamentalmente de la oferta de señales. Por eso al mismo tiempo que se avanza con las plantas transmisoras y los conversores, el Gobierno negocia con los radiodifusores para que digitalicen cuanto antes sus contenidos. “En algunos medios salió que el Gobierno está trabajando para armar un conglomerado de señales oficialistas, pero eso no es cierto. Nosotros estamos colaborando lo máximo posible para que se sumen a la digitalización y la gente tenga la posibilidad de ver más canales”, afirmó a este diario Luis Vitullo, secretario ejecutivo del Consejo Asesor del SATV, que preside el ministro de Planificación, Julio De Vido.


De hecho, el Gobierno envió a Japón a un grupo de veinte ingenieros para capacitarse con esta nueva tecnología, los cuales están a disposición de los radiodifusores que requieran asistencia técnica. Incluso se está evaluando ofrecerles a los canales que tienen dificultades las plantas transmisoras que va a construir el Estado para que puedan subir su señal, pero todavía no se ha podido avanzar en esa dirección, porque el plan de transición está demorado debido a las trabas que le puso la Justicia a la nueva ley de medios audiovisuales.


El próximo martes se reunirá el Foro Consultivo Nacional, espacio que comparte el Gobierno con industriales, radiodifusores y universidades, para delinear la estrategia que se va a tomar para la transición. Está previsto difundir el cronograma de construcción de las torres, definir cómo se van a entregar los conversores y dar algunas pautas sobre cómo sortear los impedimentos que genera el freno a la ley de medios


fkrakowiak@pagina12.com.ar

GENTE COMO CHICHE

A propósito de las provocaciones del periodista de Radio Mitre y Canal 13, Samuel Gelbrundg, en relación a un nuevo aniversario de la última dictadura militar y la desaparición de Julio López, compartimos esta nota de Pablo Llonto publicada en Revista 2010 Nº 23. Por si quedan dudas del accionar de este heraldo de la represión militar.




Por Pablo Llonto


No deja de ser curioso que la radio del multimedio Clarín haya tenido tan mal gusto a la hora de elegir el reemplazante de Daddy Brieva.Y miren que había, para seleccionar, personajes hediondos en nuestra fauna porcina de la radiodifusión…

Sin embargo, la reciente inclinación por don Chicho (perdón, don Chiche), obviando cualquier cuestión escatológica, no debe sorprender en un Grupo periodístico que, desde los tiempos del boicot de los patrones del campo, ha doblado a mano derecha, como Videla manda.


¿Quién otro que Chiche, entonces, para acompañar la doble moral (versión siglo XXI) de importantes sectores de la clase media argentina seguidores de Mitre? ¿Hay otro mejor que Chiche para conducir la mañana de una radio que cree que Kirchner es Mao y que vivimos en un país necesitado de mano dura?

Nadie como Chiche para elevar aún más la mediocridad de un medio de comunicación.

Si hay quienes creen que lo de Chiche es amarillismo, están equivocados. Chiche nunca fue amarillo. Fue gris, fue verde oliva, fue caqui.

Fue tratante de genocidas, director de la revista Gente en la dictadura, demoledor del idioma, despiadado oportunista y su más importante servicio cultural a los argentinos ocurrió en los primeros años de la recuperada democracia cuando decidió restringir sus apariciones, escribir poco y hablar menos.


Alumno preferido de la familia Vigil, se adueñó de la conducción de la revista Gente en marzo de 1976 para iniciar allí la más vergonzosa etapa del semanario más vendido (utilice señor lector todas las acepciones de la palabra vendido) de la Argentina.

Denunció como “prédica subversiva y marxista” los libros de Historia Moderna y Contemporánea de Editorial Stella porque contenían frases que se preocupaba en resaltar: “uno de los aspectos más oscuros de la auténtica imagen del mundo, hoy escamoteado y disimulado por los grupos dominantes, es la existencia de manchones demográficos de poblaciones hambrientas…el hambre es la expresión más típica de la miseria que reina en nuestro mundo”. (Gente, abril de 1978)

Se molestó cuando Adolfo Pérez Esquivel recibió el Premio Nobel de la Paz por sus denuncias contra la dictadura y las violaciones a los Derechos Humanos : “Esquivo, hábil, firme en su convicción de no apartarse de sus esquemas, de sus frases, de sus muletillas, Pérez Esquivel se refugia en los Evangelios y en su condición de cristiano amante de la no violencia para responder toda pregunta molesta. De cualquier manera la ilusión ha muerto. El premio instituido por el inventor de la dinamita ha perdido su prestigio. Su aura casi sagrada. Su altísimo nivel. Ya no nos sirve como incentivo, como estímulo para imitar a los mejores. A los grandes. El premio ya tiene sombras. Ya no es insospechado…” (Gente, noviembre de 1980).


Y, personalmente, actuó como soplón durante su viaje a Europa, en mayo de 1978, semanas antes del Mundial, cuando escribió: “ Por primera vez un periodista argentino entra en las usinas europeas desde donde se intenta destruir la imagen del país”. Samuel Gelblung había entrevistado a Marek Halter del Comité de Organización del Boicot a la Copa del Mundo, quien denunciaba a la dictadura por los centros clandestinos, los desaparecidos y los vuelos de la muerte, y en pocas líneas lo calificaba: “Protestador profesional internacional. El terrorismo abrió un frente externo. Y esto que aquí investigamos es sólo una de las expresiones. Pero el país no está desarmado para hacerle frente. Debe contrarrestar con la verdad, su arma más poderosa, esa campaña”. (Gente, mayo 1978)


Éstas, y otras miles de igual contenido, han sido las contribuciones de Gelblung a la más bestial distorsión de la historia que se ha visto por aquí. En los centros de estudio, quienes encomiendan investigaciones sobre “la mentira y la prensa” no pueden saltear una recomendación: “vayan a las hemerotecas a revisar la colección de Gente 1976-1983”.


Luego de Atlántida, Chiche se incrustó en la revista La Semana o en Ámbito Financiero, en un intento por disimular su pasado. Allí hizo el ridículo con investigaciones mal escritas sobre la cantidad de ratas que caminaban por Buenos Aires o si los radicales tenían más amantes que los peronistas. Así fue que pensó que inventaba un estilo, hasta que alguien le advirtió que la ignorancia, las borracheras y los truchos ya existían cuando Mariano Moreno dirigía La Gazeta.


Un tipo que ha dicho “Yo tuve tantos problemas con los militares como con los Montoneros y el ERP. Durante el Proceso tomé una posición muy clara: entendía que había una guerra, y en esa guerra elegí el lugar en donde estaba, que era en contra de la guerrilla. Eso no significa que haya avalado los métodos de la represión. Yo soy responsable de todo lo que salió en Gente durante el Proceso, desde la primera línea hasta la última, nadie me dio instrucciones, nadie me dijo qué tenía que poner y que sacar” anda hoy, consolándose, con las tablas del rating, el lujo de los autos importados que maneja o las damas rubias que no se resisten a sus estúpidas entrevistas.

Pobre Chiche, no le ha dicho a su familia aquello que de él se dice entre sus pares.

Nadie como Gelblung hizo de la palabra periodista una vergüenza. O quizás sí, el recientemente fallecido conductor de Tiempo Nuevo.

En nuestro gremio, cuando alguien pretende insultar a un redactor sólo tiene que mencionar dos apellidos. El otro es Neustadt.

Pues bien, es hora de volver a los refranes y aconsejarle a nuestros vecinos que “la culpa no es del Chiche (perdón, debí decir del Chancho) sino de quien le da de comer”.

Y que así nos va.

Publicado por revista2010