Churrasco solo. Cinco galletitas. Agua sin gas. Víctor Hugo Morales tiene hambre y no lo disimula, pero se cuida.
Hace algunos meses —pocos— cruzó la calle desde este bar de Avenida de Mayo y Piedras, donde asegura que “es local”, para almorzar con un importante directivo del Grupo Clarín. El menú del almuerzo menos pensado fue, quizás, más abundante. “El Grupo” invitó y quería saber el por qué del eterno enojo del uruguayo. “Y les dije todo lo que pienso”, asegura. El almuerzo fue cordial y a los pocos días le llegó una oferta concreta de trabajo. “No intentaron comprarme, pero sí adularme”, explica. “Me ofrecieron un programa, no me acuerdo si en Metro o TN. No me interesa. Para comer un churrasco como éste, por suerte, voy a tener para el resto de mi vida”.Hace 15 años que Morales batalla contra Clarín. Primero por el fútbol. Por todo el resto, después. Tanto, que fue la voz que más fuerte festejó la nacionalización del fútbol (y la ruptura del contrato entre Clarín-TyC y la AFA). Ahora es el abanderado del proyecto de ley de medios audiovisuales que impulsa el Gobierno. No sólo lo apoya: lo hizo suyo, lo defiende a capa y espada en cuanto foro y micrófono puede. Pocos en el Gobierno hubieran imaginado a priori que Morales, un histórico y efusivo crítico de la táctica y la estrategia “K”, iba a estar de ese lado del mostrador, aunque sea sólo por un rato y por un tema puntual. No es que Morales no diga que la ley es perfectible, ni que le encantaría que el Ejecutivo dejara todo lo que tiene que ver con el control de medios en manos del Congreso. Al contrario, lo dice todo el tiempo. Pero es tan enfático al manifestar que la ley de Radiodifusión de la dictadura hay que cambiarla sí o sí, es tan simple su razonamiento, que muchos oyentes, colegas, diputados y seguramente varios de los que pasan por la vereda de este bar y lo reconocen, se deben preguntar: “¿Se volvió loco, Morales, que se hizo oficialista?”.
- ¿No tiene miedo de que lo tilden de oficia-lista por su apoyo al proyecto de ley de medios?
- No. El que diga eso es una persona de despreciable mala fe. Sólo hay que escucharme en la radio para observar que, lamentablemente, muy seguido me ocupo del Gobierno. Y la mayoría de las veces es de manera negativa para el poder.
- ¿Por qué apoya la iniciativa kirchnerista?
- Porque es una buena ley. Porque la conozco, la leí completa. La llevo conmigo todo el tiempo. Es un compendio estupendo de muchísimos proyectos. Una mixtura de distintas corrientes políticas, que a mí me parece excelente aún antes de los retoques. No existe texto que no se pueda modificar para mejor, todo es perfectible, pero la ley es excelente, equilibrada, enjundiosa y, sobre todo, respetuosa de los profesionales que trabajamos en esto. Lo que me enamoró de esta ley es la posibilidad de tener mucho más trabajo. Los políticos que se oponen —ni hablar de los medios, que escribieron una de las páginas más vergonzosas del periodismo que conozco—, saben lo que está en juego e íntimamente, también, que esto beneficiará a todos, pero se oponen para que los multimedios más afectados no tomen nota de la supuesta infidelidad en la que incurren.
- ¿Existe un monopolio informativo?
- Hay un predominio ostensible. Un oligopolio, en todo caso.
- ¿Se imagina un Estado más fuerte en su relación con los medios?
- Yo no creo que el Estado tome ningún tipo de control. Ésa es la gran mentira. Lo que hace es eliminar factores de poder que se devoran a los políticos vergonzosos, a otros medios, a las opiniones de quienes estamos en otros medios. Un poder que le pasa por arriba con una aplanadora a la ética, que se lanza a hacer negocios vergonzosos, como los que se hicieron durante todo este tiempo con el escudo de la libertad de prensa. El Estado no toma ninguna preeminencia, pero no habrá más posiciones dominantes que nos pasen por arriba.- Muchos argumentan que con los supuestos rasgos autoritarios que tiene este Gobierno la ley no podrá implementarse. ¿Qué opina?- Los rasgos autoritarios son innegables y bochornosos. Esta ley está destinada a que le pongan trabas porque hay mucha plata en discusión de los que están ganando plata ahora. No la quieren soltar, es natural. - Desde algunos medios se plantea un inminente estado de censura oficial…- Esa idea de censura es una campaña vergonzosa. Fui testigo muchas veces de cómo se agita fantasmas. En Uruguay, la propaganda que yo recuerdo de los partidos de derecha contra el Frente Amplio eran tanques rusos que entraban a los tiros matando niños y mujeres. Eso iba a pasar con el país si ganaba Tabaré Vázquez, que ahora termina el gobierno más transparente, honesto, equilibrado y serio que Uruguay tuvo en los últimos 100 años. Acá se agita el fantasma de que habrá despidos. Y, en realidad, habrá más trabajo para todos.
- En sus programas asegura que nota en la gente cierto “estado de odio”. ¿Se siente víctima en persona de esta crispación?
- La crispación en torno a la ley la noto porque soy una persona pública con una postura. En la calle está quien sobreactúa el aprecio por lo que digo y quien se enfurece.
- ¿Qué le dicen?
- La oscilación es del apoyo más absoluto a la crítica más dura. Me dicen: “Yo lo escuché siempre, pero ahora me defraudó”. ¿Cuando pensamos igual no lo defraudo, y ahora que pensamos distinto, sí? A esa persona no la quiero ver más. Todo tiene que ver con el odio y el amor que genera el Gobierno. En el medio estamos los que no lo amamos ni lo odiamos, que somos, quizás, la mayoría.
- ¿En la actitud de la gente hacia la ley hay sustancia e información, o prejuicio?
- La gente habla por lo que recibe. Primero está el odio al Gobierno y después viene el argumento, que no existe porque no están informados ni leyeron la ley. Pero si viene del Gobierno, está mal. Si el Gobierno insiste, se enojan más. Y si se insiste mucho, lo odian. No importa si tiene o no razón.Su postura parece haber roto la relación con parte de su audiencia…- Puede ser, no lo sé. No trabajo pensando en eso. A mí, y a los que creemos en la ley, el Gobierno quiere hacernos un regalo: hacer saltar por el aire a un grupo de mafiosos escudados detrás de la libertad de prensa. La persona que no me escuche porque digo esto es cómplice de ese grupo de mafiosos. Ese oyente a mí no me interesa. Si ese oyente son muchos y pierdo audiencia y por eso la radio en la que trabajo no prolonga mi contrato, es un riesgo que asumo. Me pasé la vida asumiendo estos riesgos. Pienso que es fantástico que el Gobierno con el que normalmente estoy en desacuerdo, que muchas veces es criticable y que sobreactúa, me quiera hacer este regalo. “Lo que pasa es que los dos son malos”, me dice un oyente. Sí, pero hay un malo al que se lo puede cambiar con el voto. Al otro ni siquiera lo conocés. Mimetizado entre la gente, envolviéndose en un cariño que no merece —a través de cosas como “TN y la gente”, por ejemplo—, hay un grupo de personas que se lanzaron a los negocios traicionando toda ética periodística. A esa gente se enfrenta el Gobierno. Llevo 15 años diciendo lo que pienso. Yo puedo ser amigo de Clarín y no lo soy. Hace pocos meses, incluso me reuní con ellos. Podría tener programas en los canales del Grupo, pero no quiero pertenecerles.
- Cuénteme de ese encuentro, por favor…
- Alguien muy importante me pidió que tuviéramos una reunión. Fuimos a comer a Pedemonte y tiramos sobre la mesa los porqués de esta mala relación. Dije todo, lo mismo que estoy diciendo ahora.
- ¿Sintió que quisieron comprarlo?
- No, comprarme no. ¿Parezco alguien comprable? Esta persona, muy amablemente, me pidió la reunión para ver por qué los odio tanto, creyendo que es odio y no convicción. Le dije, por ejemplo, que hace un año y medio tenía todo arreglado para hacer “Protagonistas de la segunda Argentina” (que ahora va por Canal 26) en canal Metro y cuando se enteraron de que el conductor era yo, me prohibieron. Esta persona averiguó y habrá pensado que yo sólo estaba enojado porque habían levantado el programa. A la semana me dijeron que estaba todo arreglado si quería trabajar con ellos. No existe el periodismo si no se está dispuesto a perder cosas, incluso todo.
- ¿Cuándo se originó su enemistad con Clarín?
- ¿Enemistad? Yo soy nada al lado de Clarín. Amo el periodismo, es la profesión más noble después de las de los médicos y docentes. Y esta gente la envileció. Se hicieron cargo del negocio del fútbol sin licitar y con el propósito de estafar. Compraron canales sin nada, sin una cámara, sólo con los contratos del fútbol en la mano. Durante 15 años protegieron a Julio Grondona y a muchos dirigentes corruptos de los clubes. Los vi comprar radios con dinero del fútbol para disminuir la influencia de las voces contrarias. Hicieron el mamarracho del fútbol sin imagen, de la radio por TV, para jorobarnos. Y, en muchos casos, sé que enlentecían las imágenes de manera deliberada para que no coincidieran con el relato radial. Quince años con un periodismo deportivo que es una vergüenza, guarango, que no podía opinar sobre lo que tenía que opinar y por eso creaban amarillismo y peleas. Se robaron los goles para tener un programa exitoso que ahora, ni bien perdió lo que robaba, deja de ser exitoso. No tengo odios con Clarín. Pero sí la convicción de que más daño no le pudieron haber hecho a algo que podrían haber elevado al máximo.
- ¿Su postura le origina problemas en Continental?
- A la radio no le gusta nada lo que digo, pero son respetuosos. Estos operadores sinvergüenzas de los intereses de los oligopolios dicen que va a haber menos trabajo. En Continental Rosario trabajan dos personas. Si fuese de otra empresa, tendrían que ser 25. Multiplicado por 10 licencias, 250 personas. No puedo no decir estas cosas. Si la empresa lo ve mal, no me renovará el contrato o lo interrumpirá.
- Resulta por lo menos curioso escuchar en la misma radio, con pocos minutos de diferencia, visiones tan distantes como la suya y la de Magdalena Ruiz Guiñazú.
- A Magdalena la aprecio y le agradezco cómo es conmigo. Pensamos distinto, pero no hay una solo fibra mía que se moleste por lo que ella dice. Es una persona convencida, y yo la respeto enormemente. En el tema de la ley de medios pienso lo contrario: escribiría cada una de sus palabras al revés. Pero me parece muy bueno que nos respetemos y que podamos convivir en la misma radio.
- ¿No están peleados?
- No.
- Hasta hace un tiempo interactuaban en un espacio común entre ambos programas y ahora no hacen más ese “pase”.
- Magdalena hizo un planteo lógico, serio y profesional: se quedaba media hora más, en un espacio con pauta, y pidió que le pagaran. Le dijeron que no y ella me dijo que no lo hacía más. Estuve de acuerdo.
- ¿Está decepcionado con el nivel del periodismo actual?
- Hay muchos periodistas individualmente excelentes y muchas empresas que se comportan de manera perversa. Los grupos oligopólicos dañaron la credibilidad, la esencia y la ética del periodismo. Es una verdadera desgracia lo que pasó con Clarín. De ninguna manera debe ser lo que pensó Roberto Noble para su empresa. Hoy es un grupo que negocia su periodismo según lo que le dan o no en otros negocios. El domingo pasado publicaron en tapa una nota sobre sobreprecios de una central eléctrica en Santa Cruz. La misma noticia la había publicado Crítica un año antes. Ese tipo de periodismo es una calamidad. Que lo sigan haciendo, pero que no tengan tantas bocas de expendio para propagarlo.
- ¿Algún colega le cuestionó su postura?
- No se animarían. ¿Quién me podría decir algo? No tendrían “cara”. Esperarán a que no pague mis impuestos o que un día me emborrache y salga a correr desnudo por Avenida Corrientes.
- ¿Lo llamó alguien del Gobierno para felicitarlo… o agradecerle?
- Tampoco podrían. El mismo día que escuchan algo que les pueda sonar agradable, le hago una nota a Graciela Ocaña sobre la mafia de los medicamentos y sus vínculos con el Gobierno, hablo de los fondos de la ANSES, o entrevisto a Macri, que dice que es un Gobierno fascista.
- ¿Qué cosas puntuales cambiaría sobre la ley de medios?
- Nada. Aunque creo que un organismo parlamentario que controle los medios sería ideal. Los tiempos de desinversión es la excusa final de los que quieren seguir robando por tres años más, o de los que quieren ver cuánto daño más pueden hacer, o si voltean al Gobierno. Clarín, en estos momentos, es como si fuera el órgano hondureño que volteó a Manuel Zelaya.
- ¿Está bien que quienes ocupan cargos electivos no puedan tener licencias de medios?
- Sí, es una vergüenza que eso pase. Si, por ejemplo, un diputado de Charata tiene una radio y va a vender publicidad, ¿dónde pautará el empresario de Charata, en la radio del diputado o en otra? Es como si el comisario tiene una radio. Puede ser honestísimo, pero ¿y si no lo es? Hay que elegir: no se puede comer gofio y silbar a la vez. No se puede.
- Van cinco fechas del “fútbol para todos”. ¿Resultó una buena decisión?
- Maravillosa. Un momento soñado. Si el Gobierno destina su publicidad al fútbol, y no le agrega nada más, hace un gran negocio y encima recauda. Boca o River, jugando mal, son 18 puntos de rating. Mucho más que pautar una página en Clarín.
- ¿Cómo evalúa la gestión de Cristina Kirchner?
- Los Kirchner se equivocan siempre más en las formas que en el fondo. Como ciudadano, aprobé la nacionalización de las AFJP. Estoy de acuerdo con los derechos humanos, pero no me banco la sobreactuación. No soporto a Kirchner bajando, para la tribuna, el cuadro de un viejo decrépito. No aguanto la infamia cometida con Alfonsín cuando pidieron perdón en nombre de la democracia y fue Alfonsín el que tuvo más coraje y juzgó a los asesinos cuando estaban en su apogeo. No me banco lo que hizo Kirchner con los periodistas de Continental y Clarín. Y tampoco el amor desenfrenado por la plata y el poder. Si sos presidente, si tu mujer es presidenta y, si les va bien, tu hijo lo será, ¿hace falta comprar tierras fiscales a $ 7 y venderlas al precio que las vendieron? ¿Te hacen falta esos US$ 2 millones? Todo esto condena la parte ética del Gobierno.
- Los Kirchner se equivocan siempre más en las formas que en el fondo. Como ciudadano, aprobé la nacionalización de las AFJP. Estoy de acuerdo con los derechos humanos, pero no me banco la sobreactuación. No soporto a Kirchner bajando, para la tribuna, el cuadro de un viejo decrépito. No aguanto la infamia cometida con Alfonsín cuando pidieron perdón en nombre de la democracia y fue Alfonsín el que tuvo más coraje y juzgó a los asesinos cuando estaban en su apogeo. No me banco lo que hizo Kirchner con los periodistas de Continental y Clarín. Y tampoco el amor desenfrenado por la plata y el poder. Si sos presidente, si tu mujer es presidenta y, si les va bien, tu hijo lo será, ¿hace falta comprar tierras fiscales a $ 7 y venderlas al precio que las vendieron? ¿Te hacen falta esos US$ 2 millones? Todo esto condena la parte ética del Gobierno.
- ¿Qué cosas destaca como valiosas?
- Hay cosas de fondo valiosas, pero están las formas. El día que presentó el pasaje del fútbol a manos del Estado, se comparó el secuestro de goles con los desaparecidos. Una locura. Y se terminó hablando de eso. Los subsidios, si fuesen absolutamente trasparentes, estarían bien, es una manera de redistribución. Pero hay que buscar caminos intermedios, porque no se puede o cobrar el boleto $ 15 o viajar siempre como animales. Otra cosa: ¿es necesario que Luis D’Elía sea el vocero del Gobierno? Es todo difícil, pero el fondo de la cuestión —sobre todo si se mira lo que hay alrededor— no es tan desalentador. Los otros, los críticos, tuvieron su oportunidad en los ’90 y dejaron a 25 de cada 100 argentinos sin trabajo.
- ¿Se sentaría a debatir con el editor general del diario Clarín, Ricardo Kirschbaum, sobre la ley de medios?
- Sí. Si él se aguanta que le diga que han robado durante 15 años… Pero no creo que esté dispuesto a hacerlo. Kirschbaum me debe considerar un ser tan inferior que no lo consideraría.
- ¿Le parece para tanto?
- Sí… o será que yo me siento menos.
- ¿Se considera parte de la élite periodística?
- ¿A cuántos ponemos en la lista? ¿cien periodistas?
- No, diez.
- Si ponemos cien, sí.
- Cerremos en veinte.
- Cien.
- No, cien es una lista muy larga.
¿Cree que sus colegas lo ven dentro de esa élite?
- Mis colegas deben pensar que soy un poco inmanejable hasta para mí mismo, lo cual es verdad. Me respetan que no estoy en “nada”. Ése es mi capital
Fuente: El Argentino
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